noviembre 09, 2011

Soy esa clase de mujer que no es suficiente.
De esas que siempre son buenas amigas, grandes confidentes, dispuestas amantes, pero que no alcanzan la categoría de indispensables. Con el brillo adecuado para alumbrar pero insuficiente para encandilar.

Suele faltarme una dósis de paciencia, un pestañeo oportuno, una carta sin mostrar.
Suele sobrarme una pregunta, una presencia, una lágrima que cae sin avisar.


Son pocos mis encantos y demasiadas las dudas que pongo a dormir en un cajón.
No bastan ni mi esmero ni mis ganas, ni todas las palabras que pueda coser sobre un renglón.

Soy de esas mujeres a las que, en cuestiones de amor, todo les cuesta el doble.
El doble de tiempo, el doble de paciencia, el doble de riesgo. Sin garantías, sólo siguiendo por instinto la flecha de salida que marca el corazón.
Sin la certeza de que el tiempo ablande, conmueva, enlace, acerque.